Opiniones sobre las problemáticas del sistema penitenciario mexicano desde el prisma Criminológico
Autor: Luis Raúl Delgado Antonio.
Twitter: @LuisRa_Crimi
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Los malditos, libro escrito por el periodista mexicano Jesús Lemus Barajas, quien fuera secuestrado, encarcelado, procesado y sentenciado por los delitos de delincuencia organizada y narcotráfico, como consecuencia de una venganza política, nos narra sus experiencias durante su reclusión por más de 3 años en la prisión federal de Puente Grande en Jalisco, en dónde, entre otras, describe la violencia física y psicológica a la que fue sometido.
La historia comienza con los posibles motivos que llevaron a Jesús a ser encarcelado, en esencia, su situación nos habla del exceso del uso de la fuerza del Estado en el periodo de la cuestionada “Guerra contra el narcotráfico” emprendida como estrategia de seguridad por el Sr. Felipe Calderón, usando la prisión como forma de castigo/exterminio de criminales y adversarios políticos. Aunque las situaciones en las que se llegan a dar los arrestos en México no son tema de la materia de prisiones, es importante mencionar que situaciones como las que vivió el Sr. Jesús se siguen presentando en la actualidad, tales como ser arrestado sin orden de detención, ser sometido aplicando fuerza física, ser cubierto de los ojos o cubierto de la cabeza, recibir amenazas de levantar cargos falsos, amenazas de hacer daño a la familia, ser incomunicado o aislado, recibir agresiones físicas como golpes, descargas eléctricas, aplastamiento, quemaduras, etc.[1], ya que la forma de ser arrestado es, de acuerdo al relato del periodista, el inicio de un recorrido tortuoso por el sistema de justicia penal, en el cual se van acumulando la tristeza, abandono y resentimientos que pueden aflorar en problemas en cualquier momento dentro de la cárcel.
Desde un punto de vista metodológico, fundamentado en lo establecido en la Ley Nacional de Ejecución Penal, pueden identificarse un sinnúmero de deficiencias respecto del trabajo penitenciario que debieron haber realizado los funcionarios que ahí laboraban (director penitenciario, directores de área, consejo técnico interdisciplinario, custodios, etc.), sin embargo, para esta opinión me enfocare solo en 3 que son las que a mi parecer contrastan más en la historia.
1.- No realizar una adecuada clasificación de la población penitenciaria.
Esto es, separar a sentenciados de procesados, ubicar a los reclusos en categorías de acuerdo al criterio de mínima, mediana, máxima seguridad, especiales, vulnerables y médicos, ya que en el relato se menciona que convivían en COC y en otros dormitorios, procesados (como el reportero) con sentenciados; primo delincuentes (el mismo reportero) con reincidentes; de máxima seguridad (por el impacto social mediático) como Daniel Aguilar Treviño y jefes del crimen organizado como Daniel Arizmendi y Alfredo Beltrán Leyva, con personas de baja peligrosidad; especiales como Noé “El Gato” con problemas psiquiátricos y vulnerables como Valeriano (privado de todos los sentidos, menos del oído y el habla), con personas sin ninguna discapacidad o enfermedad.
2.- La tortura como tratamiento penitenciario.
En el artículo 18 Constitucional se establecen los medios para lograr la reintegración de la persona a la sociedad en base a trabajo, capacitación para el trabajo, deporte, la salud, sobre la base del respeto de los derechos humanos, conjugando las ventajas del régimen progresivo-técnico, no obstante, en el relato fueron recurrentes las menciones y descripción de la “terapia de reeducación” que recibía el reportero (ocasionalmente junto con otros internos) con el objetivo de quebrantar la voluntad, la dignidad y la esperanza del recluso, infundiendo miedo, humillación, golpes, etc.
3.- Las condiciones de reclusión en general.
Destacando la sobrepoblación carcelaria, ya que la sobrepoblación genera otros problemas considerables como el hacinamiento, insuficiencia de servicios, el personal penitenciario se ve rebasado, disminuyen las oportunidades para el acceso a los medios que logren la reinserción social, incita a la ingobernabilidad, la corrupción, etc., en el relato se menciona que antes de la administración del presidente Calderón la situación en Puente Grande (antes del abuso de la cárcel) se percibía de mejor manera, los servicios, por ejemplo el de biblioteca en donde los libros eran suficientes, la comida era un poco más abundante y de mejor calidad, los espacios más amplios y limpios, e incluso se viviá con mayor tranquilidad.
Reflexiones finales
Si bien las cárceles son el último eslabón en el proceso de justicia penal y no tienen incidencia/control de los factores previos a la comisión de algún delito, estas juegan un papel fundamental en el éxito o fracaso de la reinserción social de aquellos que se encuentran cumpliendo una pena, es decir, puede reducir las probabilidades de reincidencia delictiva, llevando a cabo una función de prevención terciaria de la delincuencia.
El sistema penitenciario tiene muchas áreas de oportunidad, sin embargo, como Criminólogo, el relato del periodista Jesús Lemus llama desde un punto de vista social a incidir en el paradigma de la opinión pública y política para reducir leyes y medidas de justicia penal severas, a apoyar medidas alternativas como las cautelares y beneficio preliberacional; desde un punto de vista administrativo a mejorar los procesos para agilizar la resolución de sentencias y salidas de la cárcel; desde un punto de vista técnico a hacer la mejor práxis en el trabajo penitenciario, que solo puede lograrse con convicción, preparación, actualización constante y, finalmente, a reflexionar sobre el uso que le damos a las cárceles, para que, si está en nuestras manos, “el remedio no sea peor que la enfermedad”.
“El grado de civilización de una sociedad se mide por el trato a sus presos”;
“Si quieres conocer una sociedad, visita sus cárceles”.
Fiódor Mijáilovich
Bibliografía
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